Tras beneficiarse de fideicomisos durante el mandato de Juan Manuel Carreras, ciertos empresarios enfrentan insatisfacción con el nuevo liderazgo de Ricardo Gallardo y sus transformaciones en San Luis Potosí.
Durante el mandato del priista Juan Manuel Carreras, un selecto grupo de empresarios estuvieron estrechamente vinculados a su administración y se beneficiaron de asignaciones presupuestarias a través de fideicomisos y transacciones poco transparentes. Estos individuos, en lugar de cuestionar al ineficiente gobierno, sirvieron como cómplices de la corrupción que caracterizó a esta etapa conocida como la «herencia maldita».
Tras perder sus privilegios con el cambio de gobierno, los empresarios Gerardo Bocard Meraz y Héctor D’Argence Villegas, que tienen afiliaciones al partido panista, demandaron que la administración estatal continúe destinando fondos a un fideicomiso para el desarrollo económico de San Luis Potosí. Sin embargo, este fideicomiso anterior funcionó como un pozo sin fondo que benefició solo a unos pocos durante la gestión de Carreras, quien no logró completar obras significativas como el sistema de transporte conocido como «Metrobús».
La llegada del gobierno de Ricardo Gallardo Cardona supuso un cambio de reglas en la administración de los fondos fiscales. Parte de los impuestos, como los de nómina y hospedaje, ya no se canalizan a fideicomisos, sino que se destinan directamente a proyectos de infraestructura urbana y de gran impacto. Además, estos proyectos cuentan con la aprobación del Consejo Consultivo Potosí.
Empresarios como Bocard y D’Argence, junto con otros que también se vieron afectados al perder el trato especial que recibían, reaccionaron con indignación, sin reconocer las numerosas obras públicas que se llevaron a cabo con un presupuesto de 2 mil millones de pesos en tan solo dos años. Entre estas obras se encuentran el rescate de la Zona Industrial, la rehabilitación de la avenida de la CFE, la construcción del cuartel de la Guardia Civil y la revitalización de la avenida Industrias, por mencionar solo algunas.
En resumen, la época de la «herencia maldita» estuvo marcada por la corrupción y la opacidad en la relación entre el gobierno y ciertos empresarios. El cambio de gobierno trajo consigo un enfoque más transparente y orientado al beneficio público, con inversiones en proyectos que han tenido un impacto positivo en la infraestructura y el desarrollo de San Luis Potosí.
